viernes, 16 de enero de 2009

capitulo III despertar

Y también llega el día en que no puedes despertar y que a pesar de todas las sensaciones cósmicas producidas por los paraísos artificiales el cuerpo sigue estático, como paralizado por ese entumecimiento cerebral y la inercia esa maravillosa compañera que siempre va de la mano con estos estados de detrimento existencial, te dice que prefieras seguir en la cama y dar rienda suelta a ese estado de vegetación, el sabor a seco de la boca, los riñones sedientos marchitos como flores, y ese vértigo continuo te hacen recordar que el cuerpo va junto con el paquete; que no puedes esperar que el alma se vaya por un barranco y que el cuerpo no tenga consecuencia alguna, pero, cómo hacer que todo se integre?, ese es uno de los mayores inconvenientes al padecer una enfermedad invisible, te tienes que enfrentar al yo divivido, el cuerpo y el alma no son la misma, la razón va por su cuenta, las palabras salen escupidas en los momentos que la razón, el alma y el cuerpo no lo quieren, y como luchar contra todo esto, cuando todo se encuentra en el mismo frasco, y cuando todo es letal entre si, simplemente, te dices basta, es necesario DESPERTAR y para ello hay que entumecer el cerebro con pastillas que no te venden sin receta (la consecuencia de tus paraísos artificiales) y hablar de a vez en cuando con alguien que te escucha y a quien no le importan tus problemas porque tiene los suyos y solo le pagas para decir si claro eso me ayuda, y lo peor del caso es que sí ayuda, porque la voluntad es mucha y te dices no me estoy engañando en verdad estoy mejor y vale la pena. Bonita paradoja.

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